jueves, 2 de abril de 2009

Sin importar lo que somos (Parte III)

Me sorprendió bastante esa bienvenida, sobretodo después del trato que había recibido por parte de Erik durante esa última hora.
-Gracias; yo soy…
-Oh, ya sé quién es, señorita. Y debo decir que es un placer…
-¿Y si entramos? – dijo Erik.
-Deberías aprender un poco de los modales de Aarón – le dije en casi un susurro, mientras el chico se retiraba del paso y nos dejaba entrar.
Erik no dijo nada y se limitó a entrar. Me mordí el labio y le seguí.
-Ven, siéntate en el sofá – me dijo Aarón, mientras él se sentaba en una butaca.
Me senté. Erik estaba en otra butaca de la sala. Parecía concentrado en algo.
-Raquel – me llamó Aarón.
Dejé de mirar a Erik y dirigí la mirada al otro chico.
-Supongo que Erik no te ha contado nada, ¿verdad?
Negué con la cabeza y le miré otra vez, pero continuaba perdido en sus pensamientos.
-Verás, no tuviste ningún accidente, y no recuerdas lo que pasó la semana pasada porque te borraron la memoria.
-¿Qué?
-Los que tú conoces como tus padres en realidad no lo son.
Esta vez no dije nada.
-Son miembros de un clan de vampiros – dijo Erik.
Al fin se había dignado a hablarme. Pero espera…
-¿Vampiros?
-Sí, y ese tatuaje que tienes no te lo hiciste tú, te lo hicieron ellos – continuó hablando.
-¿Por qué?
-Cuando alguien empieza a convertirse en un vampiro le sale una marca en la piel como un tatuaje. Los mortales nos copiaron.
-Pero si dices que la marca sale, ¿por qué dijiste que me lo hicieron ellos?
-Porque ellos te transformaron. Bueno, más bien aceleraron tu transformación. Sabían que te íbamos buscando y que estábamos cerca.
Erik se había levantado y se sentó a mi lado.
-P…
-Querían convertirte en un vampiro de su clan lo antes posible para que no conocieras tu verdadera historia – me interrumpió –. Tus verdaderos padres pertenecieron a nuestro clan. Tus padres de verdad.
-¿Y qué pasó con ellos?
El chico suspiró y miró al suelo.
-Los mataron, ¿verdad?
Asintió.
-¿Y eran vampiros?
-Cuando te tuvieron a ti ambos se estaban transformando. Los vampiros no pueden tener descendencia. Porque en la transformación primero cambia el aspecto, y después el interior; todo se congela.
-¿Y cuándo voy a congelarme?
-No es un tiempo exacto; cada individuo es diferente. Empiezan a transformarse antes o después, depende. Pero es raro que el cuerpo empiece a hacerlo antes de los 20 años. Hay casos de transformaciones a los 30.
-¿Y la mariposa?
-Un símbolo de cada vampiro. Definen su personalidad. El tuyo significa gracia y belleza.
-Pero, ¿por qué quisieron acelerar mi transformación? No entiendo la prisa que tenían para ponerme de su bando.
-Porque tú eres la futura reina de nuestro clan; y querían dejarnos indefensos a nosotros.
-¿Reina, yo?
Erik asintió.
-Así que los vampiros tienen reyes. ¿Y qué se supone que tienen que hacer?
-Los vampiros que pertenecen a clanes son “gobernados” por un vampiro superior, que es el rey, la reina, o ambos.
-Pero, si todavía no me he transformado en un vampiro, ¿cómo puedo ser yo la futura reina de vuestro clan?
-Porqué tus padres, y, concretamente tu madre, lo era.
-Y les mataron para que yo no lo fuera.
-Cierto.
-Y… ¿sólo sois vosotros dos en el clan?
Ambos se echaron a reír a carcajada limpia. Yo me quedé allí, seria, esperando su respuesta. Cuando al fin se tranquilizaron Erik me respondió.
-No; lo que pasa es que muchos de ellos trabajan o hacen otras cosas a parte de estar encerrados, sobretodo los más viejos. También hay otros que están cazando.
Se me encendió la bombilla.
-¿Os alimentáis de humanos?
-Bueno, nos alimentamos de lo que podemos. Todo lo que tiene sangre nos sirve, pero la de los humanos es la que tiene más sabor.
-¿Los matáis?
-Me temo que no hay otra opción.
Me quedé boquiabierta. Mis músculos se tensaron, y supongo que lo vieron.
-Pero no nos alimentamos del primero al que nos encontramos por la calle; principalmente son delincuentes y gente que vive en la calle. Además, tenemos reservas de sangre.
Al fin sabía parte de la historia. Aunque no sabía si podía asimilar tanta información en tan poco tiempo. Miré a Erik, pero otra vez estaba ausente, mirando por la ventana del salón.
-Ven, Raquel, te enseñaré tu habitación – me dijo Aarón.
Los dos subimos por unas escaleras al primer piso, sin que Erik dijera nada ni se girase a mirarnos.
-¿Por qué tiene esos cambios de humor? – le pregunté a mi guía.
Él suspiró.
-Te ha estado buscando desde hace muchos años. Era muy amigo de tu padre, y siempre creyó que era su deber encontrarte.
-Pero ya me ha encontrado.
-Sí, y eres igual que tu madre. Supongo que le recuerdas a ella y por eso cambia de humor de esa forma.
-Pero yo no tengo la culpa.
-Por supuesto que no.
Entramos en una habitación. Era grande y tapizada de color rojo. Me encantó sólo con verla.
-He preparado esta habitación para ti. ¿Te gusta?
-Sí, gracias.
Cuando Aarón ya iba a dejarme sola en la habitación me dijo una última cosa.
-Le preocupas mucho a Erik. No le hagas daño.
Le miré.
-Pero si es él que es frío conmigo.
-Porque se autoprotege de ser herido. Después de todos esos años buscándote, al fin te tiene a su lado; y tiene miedo de no estar a tu altura.
-¿Por ser la futura reina?
El chico asintió, y yo resoplé. Me quité las gafas de sol, porque ahora los ojos ya no me dolían.
-Por cierto, ¿qué me pasó en los ojos?
-Deben acostumbrarse a la luz del sol. Los ojos de los vampiros son mucho más sensibles que los humanos. Dentro de unas semanas ya podrás salir al sol sin que te pase nada en los ojos.
-Mmm… Vale.
-Ah, y otra cosa. Si te sucede algo, llámanos. No hace falta que grites, te oiremos. Estaremos atentos las veinticuatro horas del día.
-¿No dormís?
-No. Seremos tus guardianes, por si a alguien se le pasa por la cabeza venir a molestarte.
-Gracias por todo lo que hacéis por mí.
Aarón abandonó la habitación, no sin antes hacer otra reverencia. Y de esa forma me quedé sola en mi nuevo cuarto.

2 comentarios:

  1. Escribes estupendamente bien, mantén la intriga que espero la continuación. Un beso.

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  2. Sigue interesante, ahora ya tenemos más datos, mola el tatuaje! besos

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