-Ella ha elegido.
-No, no lo ha hecho.
-Eres tan insensible que no eres capaz de percibirlo.
-No me iré de aquí por las buenas; y tú lo sabes.
Los dos chicos empezaron a luchar. Parecía que ni se dieran cuenta de que Carol estaba allí, o de que alguien podía oirles. La chica se apartó de su camino. No podía hacer nada entre ellos dos, parecían muy fuertes, y lo único que habría conseguido poniéndose de pormedio sería algún golpe...
Era una forma bastante rara de luchar, no como un combate de boxeo ni como nada que hubiera visto antes. O puede que sí que lo hubiera visto: en alguna película. Los dos chicos intentaban darse golpes casi sin moverse de su sitio, pero el otro bloqueaba sus entradas. Poco a poco empezaron a moverse de un lado a otro, aumentando la agresividad, pero hubo un momento en que Marcos desapareció. La chica miró por toda la estancia, pero se había volatilizado.
-Ve con cuidado, puede aparecer en cualquier sitio.
Apenas hubo terminado la frase que Carol notó que alguien le cogía las dos manos con una sola. Gritó. Sergio se giró hacia ella, y con la expresión de terror que había en su rostro lo decía todo. No tenía miedo de la cosa que la estaba cogiendo, tenía miedo de lo que podía pasar.
-Por lo que más quieras, no lo hagas.
-La quiero a ella, ¿te parece poco?
-¿Quererla? ¿A cuántas has querido antes que ella?
-Cada una es importante para mí.
-Para añadirlas a tu colección, cómo no - Sergio hizo una pausa - Ella eligió.
-Yo también.
-No es así como funcionan las cosas.
-Nunca me han gustado las reglas, angelito. Algunas veces tendrías que saltártelas y disfrutar de la vida. Aunque creo que alguna ya te la has pasado por alto; ¿o me equivoco?
-Almenos yo no la obligo a hacer nada.
Carol seguía inmobilizada por Marcos, pero tampoco no sabía qué decir. Le habría gustado pedir una explicación de qué iba todo aquello, pero el miedo la tenía totalmente paralizada.
¿Qué había hecho ella para llegar a aquella situación?