Advertencia

Me llamo Marta, y ya no estoy viva, pero tampoco estoy muerta.
Todo acabó y empezó de nuevo hace unas semanas. Yo estaba agobiada con todo lo que me rodeaba: había suspendido un examen muy importante en la universidad, mi abuelo estaba en el hospital consumido por el cáncer que le habían diagnosticado hacía unos meses, compartía piso con otras tres personas y me sentía más sola que nunca, y no me veía capaz de seguir adelante.
Una noche exploté, y rompí a llorar, desenando dejarlo todo, deseando morir. A los pocos segundos de expresar en voz alta mi deseo un chico apareció en la habitación. No me asusté.
-¿De verdad quieres dejar esta vida?
Estaba muy segura de lo que deseaba.
-Sí.
Él sonrió. Era alto, con el pelo corto y negro y los ojos verdes. Era muy guapo.
-Yo puedo ayudarte.
-¿Cómo?
-Puedo ofrecerte la inmortalidad, estar a mi lado, la casa de tus sueños, y el olvido de todo lo que te preocupa.

Tomé la decisión más fácil: irme con él.

Sí, dejé todos los problemas que tenía atrás, pero hay un inconveniente; no tanto para mí, sino para ti. Debo advertirte de que no salgas a pasear solo/a de noche por calles oscuras...